Uno de los elementos fotográficos que más ha cambiado en la transición entre la fotografía química y la fotografía digital es el que se refiere a la exposición. Aunque en estos momentos la inmensa mayoría de las fotografías se toman con cámaras digitales no está de más que comentemos las modificaciones de comportamiento que han debido de realizar los fotógrafos provenientes de la fotografía clásica en lo referente a la operativa necesaria para obtener una correcta exposición, porque nos podrá ayudar a entender con mayor profundidad la nuevas formas de conseguirlo.
En los tiempos de la fotografía química -con negativos de película- el impacto de la luz tenía un comportamiento similar al que podemos encontrar en un recipiente con agua caliente. Si uno introduce un dedo notará una sensación de calor, pero si calienta el agua a una temperatura doble de la inicial (medida con un termómetro) y vuelve a introducir el dedo, la sensación de calor no será el doble que en el primer caso sino solamente algo mayor. La respuesta de los haluros de plata a la luz incidente es igualmente no lineal. Si llega el doble de luz, no obtendremos el doble de exposición.
De hecho para situaciones de muy baja o muy alta iluminación se produce el fenómeno denominado fallo de la reciprocidad en el cual muy poca luz expone bastante en uno de los extremos y mucha luz solamente sobreexpone algo más.
En estas circunstancias la norma era exponer para las bajas luces y revelar para las altas. Esta frase, mítica en fotografía, significaba que el fotógrafo intentaba que las zonas de sombras tuvieran el suficiente detalle y se "despreocupaba" de la exposición para las zonas más claras (Esto es en realidad una ultrasimplifación que puede producir enorme irritación entre los conocedores del Sistema de Zonas).
Si el rango dinámico de la escena era inferior al de la película (éste último conocido como latitud) en el proceso de revelado se insuflaba la luz suficiente para que las zonas claras ganaran la exposición correcta. Si, en cambio, era mayor se limitaba esa luz para conseguir el mismo objetivo.
Esto era posible debido al comportamiento no lineal de la película con respecto a la luz incidente. En términos actuales diríamos que el objetivo era lograr histogramas pegados a la parte izquierda. (Por supuesto, el concepto de histograma es exclusivo de fotografía digital).
En los momentos actuales esa aproximación sería enormemente errónea y lo que se debe hacer es exponer para las luces, es decir que el histograma quede lo más próximo posible hacia la derecha. El motivo ya se ha comentado en una entrada anterior, pero básicamente es debido a que el último paso contiene la mitad de la información de toda la toma.
La explicación de esta circunstancia está relacionada con el hecho de que los sensores tienen un comportamiento lineal. Muy poca luz no da ninguna imagen y si sobrepasamos la capacidad de luz que admite el sensor obtenemos blanco puro, sin detalle.
Si obtenemos una fotografía digital con los criterios de exposición de la fotografía química nos econtraremos con un grave problema. Si el rango dinámico de la escena es inferior al del sensor y en el revelado RAW intentamos añadirle luz, lo único que conseguiremos es ruido. Si el rango dinámico de la escena es superior al que permite el sensor las zonas quemadas estarán irremediablemente perdidas (o casi).
Desde el punto de vista práctico, existen tres métodos distintos para poder realizar la medición de la exposición:
a) Método matricial.
Se realiza una medición de varias zonas de la imagen y la medición obtenida es la correspondiente a una media de las lecturas.
b) Método ponderado al centro.
Se realiza una medición de varias zonas de la imagen y en el resultado obtenido ponderan más las mediciones correspondientes a la zona central.
c) Medición puntual.
Se obtiene la medición de una zona muy pequeña (habitualmente inferior al 5%) de la imagen.
¿Cuál es la mejor alternativa?
En realidad no hay una respuesta unívoca. Si estamos haciendo retratos, es posible que la medición ponderada al centro sea la más adecuada, si el rostro ocupa la posición adecuada.
En la mayoría de las cámaras compactas la única posibilidad de medición es la matricial.
Si utilizamos una réflex, quizá lo más adecuado sea utilizar la medición puntual. En ese caso es muy fácil conseguir una adecuada exposición. Basta con realizar la medición en la zona más clara de la imagen (excepto reflejos metálicos) y utilizar habitualmente una compensación de la exposición de +2. Esto es debido a que el fotómetro mide como si en la zona medida hubiese un gris al 18% y en esas condiciones la lectura que nos ofrece es "incorrecta". El fotómetro cree que la luz reflejada por la imagen es superior a la real. Por ese motivo hemos de realizar una compensación positiva de la exposición.
Sin embargo, en situaciones de baja iluminación, pero con ciertas zonas (farolas, neones, etc..) altamente iluminadas, no podemos utilizar este método porque tanto si la zona elegida es oscura como si es muy iluminada confundiremos al fotómetro. En estos casos lo más adecuado es utilizar el método matricial. Es la situación típica cuando se utiliza la velocidad de obturación BULB.