La actividad del fotógrafo aficionado está, frecuentemente, sujeta a una gran frustración. En una parte muy considerable se debe a lo que yo denomino el problema estar allí...., entonces.
La cuestión sobre el estar allí se refiere, en primer lugar, a su significado obvio. Si uno desea realizar fotografías en Cádiz, lo miremos como lo miremos, salvo que uno sea residente de esa bella ciudad, tendrá que desplazarse hasta allí. Y claro, alojamiento y manutención suponen gastos.Pero también se refiere a otras cuestiones. Si uno desea realizar fotografías dentro de una iglesia. ¿Qué hace?. Quizás pedir permiso al obispado correspondiente. Y en eventos deportivos. ¿Cómo conseguir acercarse a las posiciones de los profesionales?. Otra cuestión son las vallas.¿Cuántas veces uno de estos elementos se interpone entre nosotros y un buen encuadre?. Ya sé que los profesionales también tienen estos problemas,pero hemos de reconocer que en muchísimas ocasiones en bastante menor medida. Un caso más: ¿Cómo hacer fotografías a la gente?. En el diario El País, del que soy asiduo lector, no hacen una fotografía paisajística, urbana, etc. sin que que aparezca alguien en primer plano, para contextualizar la situación. O bien disponen de figurantes contratados o bien las personas están dispuestas a dejarse fotografiar por el mero hecho de aparecer en un medio de comunicación. El fotógrafo aficionado puede en muchas ocasiones quedarse limitado a su propia familia. ¿Y qué decir de los niños?. Nadie en su sano juicio se atraverá a hacerle una fotografía a un niño. Los problemas en los que se puede ver envuelto disuaden al más temerario.
Pero si el estar allí es una fuente continua de problemas, en realidad lo más frustrante es el entonces. Me explico. El fotógrafo aficionado consigue ahorrar para pasar una temporada en un lugar idílico, digamos por ejemplo el Parque Natural de Ordesa y Monte Perdido. Pero como sus vacaciones son veraniegas, llega a un paraje inundado por el sol, sin una nube a la vista y para mayor desgracia en una época de pertinaz sequía. De acuerdo, ya está allí, pero el momento elegido es el más inoportuno. Dado los horarios de apertura en el parque, consigue llegar a una zona de gran belleza visual, pero...., a mediodía, con un sol de justicia e inundado el paraje de otros turistas como él. ¿Qué gran fotografía puede coseguirse en esas circunstancias?.
Para finalizar, lo que realmente le conduce a los límites de la locura son situaciones como la siguiente: El fotógrafo aficionado consigue realizar un viaje dedicado en exclusiva a la captura fotográfica en Carboneras (Almería). De solamente un par de días, por supuesto. Aunque pueda parecer mentira (tratándose de Almería) uno de los días se levanta con unas preciosas nubes en el horizonte. Aprovecha la caída de la tarde para situarse (trípode incluido) en las proximidades de la cementera del lugar. Dado que en principio la idea fundamental era captar paisajes monta un maravillo objetivo Tokina 12-24. En ese momento, situado en la playa, se acerca un barco de carga con un estupendo atardecer al fondo.El fotógrafo aficionado dispone en el maletero del coche de un objetivo Nikon 18-200 con el cuál y dada las distancias involucradas, la fotografía obtenible podría ser de antología. Pero qué fotógrafo en su sano juicio es capaz de cambiar de objetivo en una playa. Lo más probable es que arruine para siempre su cámara por suciedad en el sensor. El fotógrafo aficionado ve acercarse, impotente, el majestuoso barco hasta que atraca en el muelle de la cementera. Sabe que ha perdido una oportunidad única. Se traga su desesperación y espera que, en el futuro, los dioses no se alíen otra vez en su contra.