Una de las primeras cosas que aprende todo aficionado a la fotografía es que la exposición -cantidad de luz recibida - depende de la apertura y la de la velocidad de obturación. Es el famoso símil del grifo. También aprende pronto que depende del nivel ISO, pero ésto está relacionado con la respuesta del elemento captor. En el caso de sensores digitales, se traduce en un proceso de amplificación de la señal eléctrica. Pero lo realmente fundamental es la primera cuestión.
El flash emite un destello de duración muy corta, en torno a los 1/50000 seg. Si nos limitamos a la modalidad de "flash manual" a potencia máxima en un entorno que carezca de otro tipo de iluminación, por ejemplo una habitación muy oscura, lo que ocurre es que la exposición que recibe un objeto depende únicamente de la apertura y es completamente independiente de la velocidad de obturación. De hecho, en el modo de uso que suele tener por defecto el flash incorporado a un cuerpo de cámara, la velocidad de obturación la elige el sistema entre unos ciertos márgenes. Por ejemplo en el caso de la Nikon D200 esos límites se encuentran entre 1/60 seg. y 1/250 seg. , la conocidad como velocidad de sincronización. Es decir, en condiciones de muy poca iluminación, el aporte de luz ambiente es insignificante con respecto a la potencia de iluminación del propio flash y, por ello, irrelevante.