Cuando utilizamos un objetivo angular para fotografiar una escena, una de las manifestaciones más características que se produce es el hecho de que los objetos más próximos aumentan proporcionalmente su tamaño con respecto a aquellos que se encuentran más alejados.
Esta situación se da muy frecuentemente en paisajes donde una roca del primer plano ocupa una superficie significativa del conjunto del encuadre, proporcionando una gran sensación de profundidad.
En retratos, por el contrario, una nariz abultada puede dar una imagen distorsionada, próxima a la caricatura de un rostro.
Esto nos puede llevar a pensar que el hecho de utilizar el objetivo angular inherentemente conduce a esta "deformación" de la perspectiva. Y no es así.
Es la distancia del objetivo a a la escena, si se aproxima en orden de magnitud a las distancias internas dentro de la escena, la que hace que las veamos con un tamaño relativo mayor.
Ocurre, que si utilizamos un objetivo con mayor longitud focal, para captar una escena similar deberemos alejarnos, y en ese caso, las distancias relativas dentro de la escena disminuyen con respecto a la distancia entre los elementos de la escena y el objetivo y como consecuencia, la distorsión disminuye.